Pequeña Reseña de Cuaderno de etapas cortas, de Alejandro Luque.

Conocí a Alejandro cuando conducía aquel espacio literario Perras Negras que habitó en esta virtualidad a veces extraña de los foros de internet y desde entonces siempre he disfrutado de sus historias de temáticas variadas y siempre reflexivas, sembradas de trampas, en las que lo real y lo ficticio, lo probable y lo improbable, la imaginación y ese “trágico cotidiano” (recordando a mi admirado Papini), se balancean en un equilibrio aparentemente inestable. Y en ese balancín de equilibrista propuesto es en el que el lector es invitado, o engañado, a encaramarse en un extremo para ser parte del juego, para ser precipitado de cabeza a la malla de seguridad o para que se deleite con el espectáculo desde las alturas. En Cuadernos de etapas cortas me reencuentro con ese escritor y esa firma indeleble de cortaziano empedernido que logra imprimir a sus cuentos cortos de largos recorridos.

Las apariencias, la mentira, el sexo (¿o el amor?), el amor (¿o el sexo?), el encuentro, el desencuentro, la pulsión vital de existencias que quieren cobrar sentido en un universo demasiado ajeno, son algunos de los elementos que podremos sentir en este Cuaderno, siempre dirigidos por una prosa fina, con un manejo de lenguaje que a veces es juego, a veces es broma, a veces puñal, a veces disfraz, pero siempre arte.

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Un saludo y buenas lecturas.

4 comentarios

  1. Breve pero elaborada reseña, que además deja muy claro que hablas desde el gusto de haberlo disfrutado de manera genuina. Bien, bien (como decía el Emperador).

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